Hubo una vez que quiso ser el más grande
ninguna
tormenta jamás podría atrancarle;
pero
llegó un día que la desventura vino del
cielo:
estrellas
en la noche que cayeron al suelo.
Allí,
donde antes volaban sus cometas
ahora
descienden puños de acero,
derritiendo
toda esperanza y metas
despertando
la intolerancia y el miedo.
Escondido
del último desfile
esperando
el amanecer sin argumentos,
un amanecer
que casi da más espanto
al ver las
huellas de los lamentos.
Plomo y
heces en las yacijas,
horror
y pánico en las miradas
de las
mujeres y las niñas
arrebujadas
en sus chilabas
Hubo
una vez que soñaba con ser el más grande
y ahora,
tan pequeño, tan insignificante…
navegando
en ese océano inmenso,
buscando
un futuro allende los mares.
Atrás ha
dejado su mundo
sus
cometas, sus recuerdos, sus sueños
“¿Que
habrá sido de ti, Amir Jan?
¿Habrás
escapado de ese infierno?”
“Ojala
estuvieras conmigo en este viaje
para
poderte abrazar, mi gran amigo;
mi
corazón va tan ligero de equipaje,
sé que
contigo encontraría alivio”.
Intenta
buscar respuestas
mirando
las aguas del mar
escuchando
el bufar del viento
y mirando
las gaviotas volar,
volar,
volar…
Llega la
noche, quiere dormir y descansar
y de
nuevo vienen las acometidas
de estrellas
en la noche más oscura
reabriendo
las no cerradas heridas.
“Esta
noche he tenido un precioso sueño:
estábamos
juntos, mi gran amigo y compañero,
hacíamos
volar nuestras cometas en el cielo
y yo,
mi querido Amir Jan, yo te decía: te quiero”.
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