De vez en
cuando intento hacer limpieza “general”, ir desprendiéndome de todo aquello que
ya no necesito… Tarea no siempre fácil la de trabajar el desapego, pues a
menudo el deseo, la necesidad y el miedo se intercambian sus disfraces, y
dificultan por tanto el detectar que emoción o pensamiento has de soltar, dejar
ir.
Lo mismo
en el plano físico: tantos objetos, que en la mayoría de los casos únicamente representan
el miedo a perderlos. Es así, ordenando la maleta de mi recuerdos, como he
recuperado este poema, Desiderata, que llegó a mí hace más de 30 años (17 de Octubre de 1983, reza de mi puño y
letra en la parte inferior).
He estado investigando
por la red el origen de Desiderata y por lo visto hay diferentes hipótesis al
respecto. Unos creen que es un anónimo del
siglo XVI encontrado en un monasterio, y por otro lado, otros afirman que el
autor es un abogado y filósofo de Harvard, Max Ehrman (1872-1945). El poema se
publicó en el libro póstumo:Los poemas de Max Ehrman, de ahí que se le atribuyera su autoría, aunque insisto, no parece estar constatado.
En cualquier
caso, sea quien sea el autor, el texto nos enseña una forma o un arte de
vivir. Un poema de una exquisita belleza y totalmente intemporal, aplicable
tanto a nuestros días, como a hace 30 años, o a hace 3 ó 4 siglos.
He visto
por internet que hay varias versiones con pequeñas diferencias. Yo lo publico
tal y como me lo regaló en su día mi amiga Concha.
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Desiderata
Camina despacio entre el ruido y la prisa,
y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio.
En cuanto sea posible y sin rendirte ni traicionarte
mantén buenas relaciones con todas las personas,
pero sin pactar.
Anuncia tu verdad de una manera serena y clara;
y escucha a los demás, incluso al pobre y al ignorante,
también ellos tienen su propia historia.
Evita a las personas violentas y agresivas,
pues siembran la inquietud en el espíritu.
Si te comparas con los demás
puedes volverte vanidoso y
amargado,
pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Tú eres éter,
un inmenso igual que los Ángeles y las estrellas,
tú debes ser un inmenso,
tú tienes derecho a ser libre y a existir.
Disfruta de tus éxitos lo mismo que de tus ilusiones.
Mantén el interés en tu propia carrera,
por humilde que ésta sea, es un verdadero tesoro
en el incierto discurrir de la vida.
Sé cauto en tus negocios,
pues el mundo está lleno de engaños,
pero no dejes que ésto te vuelva ciego a la virtud que existe,
y trata de ser objetivo.
Hay muchas personas que se esfuerzan
por alcanzar nobles ideales.
La vida está llena de heroísmo.
Sé sincero contigo mismo.
En especial no finjas, ni seas cínico en el amor,
porque en medio de todas las amarguras y desengaños,
el amor es perenne como la hierba.
Acata con humildad el consejo de los años
y abandona sin pena las cosas de la juventud.
Cultiva la firmeza del espíritu
para que te proteja en las adversidades repentinas.
Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.
Practica una sana disciplina.
Sé benévolo contigo mismo.
Tú formas parte del Universo,
no menos que las plantas y las estrellas,
por eso tienes derecho a existir y a ser libre.
Lo comprendas o no, el Universo marcha contigo,
el universo marcha como debe.
Por eso, debes estar en paz con Dios,
no importa cuál sea tu idea de Él.
Cualesquiera que sean tus trabajos y aspiraciones,
conserva la paz con tu alma en la bulliciosa confusión de la vida.
Aún con todas sus frustraciones,
penalidades y sueños fallidos, el mundo es hermoso, todavía.
Ten cuidado... ¡Esfuérzate por ser feliz!
Tú eres éter,
un inmenso igual que los Ángeles y las estrellas,
tú puedes y debes ser un inmenso,
tú tienes derecho a ser libre a existir y a insistir.
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