... como pequeñas piezas de un puzzle
que juntas componen un gran tesoro.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Cousas de nenos


Me reitero una vez más: no creo en las casualidades. Hace mucho tiempo que no. Creo que todo ocurre por algo, como consecuencia de algo. Lo que llaman la ley de causa y efecto.Casualidad.Causalidad.
Considero que una buena manera de empezar una mañana de domingo, puede ser meditar, practicar el arte de la contemplación, escuchar buena música, escribir, leer algo interesante… Hoy mismo  leyendo la última entrada del blog “Reflexiones” de  mi admirado Álex Rovira -por cierto aquí os dejo su enlace, no dejéis de leerlo; vale mucho la pena: http://www.alexrovira.com/reflexiones/blog/articulo/reflexionar-, he disfrutado enormemente de la riqueza de sus palabras y de su mensaje. En realidad, cualquiera de los artículos de este gran maestro, invitan siempre a la reflexión. He estado leyendo muy lentamente el texto, poco a poco, con detenimiento, escuchando el mensaje que hay detrás de cada uno de los renglones, de cada una de las palabras, como cuando escuchas una música muy lejana que el viento te impide reconocer, y colocas la mano en la oreja para descubrir cuál es la canción que suena. Al terminar de leerlo, por segunda vez, y después de recapacitar y profundizar en sus palabras, y de llegar a una cierta conclusión, intenté reposar mi mente en ese estado.
Finalmente, me pareció un momento perfecto para pensar en los nuevos propósitos para el nuevo año. Uno de ellos podría ser el ordenar ciertos aspectos de mi vida. Podría empezar, sin embargo, por ordenar los espacios físicos, mi rincón de pintura por ejemplo. “y por qué no lo hago hoy mismo”- pensé. Así que me puse manos a la obra: coloqué en una esquina los lienzos nuevos, algunos bocetos en otra parte, los que está a medias en otra… A continuación cogí el maletín de pinturas, lo abrí para reordenarlo, y al reincorporarme le di sin querer con la espalda al cuadro que estoy haciendo ahora, por lo que al intentar evitar que se volcara el caballete, solté casi bruscamente el maletín, lo que éste provocó la caída del bote de los pinceles, que a su vez al intentar que no se cayeran…, finalmente se desmoronó todo el maletín junto con lo que le llamo: la caja de mis recuerdos. Casi como una situación un tanto cómica, se quedó todo desparramado por el suelo: cartas, postales, hojas sueltas, recortes, cd’s, un par de cassets, una coleta, un pintauñas negro, felicitaciones, un reloj, viejas libretas, un sello de plata..., entre otras muchas cosas; pero lo que llamó especialmente mi atención fue una revista de colegio: “Cousas de nenos”. Sobre un álbum de fotos, y encima de casi todo el pequeño desastre, reposaba el muñeco de nieve dibujado en la portada. Su ojo derecho casi difuminado hacía un  efecto como si me estuviera haciendo un guiño. En su rama a modo de brazo izquierdo sostenía una bandera con la palabra “Paz”, y la derecha señalaba la fecha: Diciembre de 1978. Hojeé emocionado la vieja revista, leí varios artículos, entrevistas  y algunos poemas, de mis antiguos, y en algunos casos ya casi olvidados compañeros de colegio. La emoción, sin embargo, fue mayor cuando llegué a la sección en la que yo firmaba un villancico, seguramente el  primer villancico que he escrito, el único en realidad. Tal vez, ha sido el muñeco de nieve, el que ha hecho algun movimiento extraño para caerse y así llamar mi atención. Desde luego lo ha conseguido. Su valor me parece incalculable; 25 pesetas reza en la parte superior de la portada. Estoy convencido de que nunca tan poco dinero tuvo tanto valor para mí. Por eso me ha aparecido apropiado publicarlo hoy mismo, 35 años después,  en mi blog. Seguro  que es eso, lo que tan entrañable personaje quería conseguir. En un principio he tenido la intención de editarlo y retocarle alguna cosa, como lo hubiera escrito hoy, vamos; pero finalmente he decidido dejarlo íntegramente tal y como lo escribí en su día, con la inocencia de aquel niño a punto de cumplir  12 años.


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Villancico

Los niños y las niñas
se dirigen al portal,
van a regalarle al niño:
tortas, requesón y pan.
Luna llena en el cielo
alumbra su camino,
sombras plateadas  avanzan
hasta llegar a su destino.
Al llegar al establo
ven al Recién Nacido,
acostado entre pajas,
todo desnudito.
La Virgen y San José
al lado del Niño
ceden el paso
a los pastorcillos.
La luna se asomó,
pues ver al niño quiso,
en el cielo estrellado
faltaba un cachito.

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